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Tocar el concepto de hiperactividad en los infantes se convierte en tema de sumo cuidado para hacerlo llegar a madres/padres de familia que se presentan con ansiedad, asegurando que su(s) pequeños sufren este tipo de trastorno.
Por ello, es indispensable definir a la hiperactividad de manera literal como el “movimiento excesivo o aumento patológico de la actividad física (hiperquinesia)”, lo cual nos permite diferenciar estas características de las que un infante normal puede presentar de manera aislada; esto es, que ha de subrayarse a la hiperactividad como un desequilibrio patológico que impide el tiempo de concentración mínima que un pequeño debe sostener para la adquisición de hábitos y/o nuevos aprendizajes escolares, con la aplicación de patrones de disciplina para apoyarlos; tarea que, al tratarse de niños que efectivamente no pueden concentrarse porque les es imposible “estar quietos”, requerirá de estrategias más planificadas tanto disciplinarias como didácticas (horarios, lugares con menos distractores, alimentación, etcétera). Ello conducirá a que con metas a corto, mediano y largo plazo, el reto se vea resuelto, y el pequeño no presente sufrimiento por ansiedad.
En el aula de clase y en el ejercicio psicopedagógico regular, esta entidad puede confundirse si no se conocen finamente sus características, y es que el niño naturalmente precisa del movimiento, siendo un rango amplísimo para considerársele dentro de parámetros “normales”.